A veces la ingeniería social más elemental es la que es más efectiva... No estoy orgulloso de ello, pero las circunstancias lo requerían.
Tras varias horas de retraso, nuestro piloto el sábado llegó a la conclusión de que el avión tenía una pieza rota y que no estaba disponible en el aeropuerto, que nos tocaba irnos a un hotel, pasar la noche y esperar a un avión nuevo que saldría al día siguiente después de comer y haría que me perdiese casi todas las charlas del domingo.
Así que pacientemente me puse en la cola, dispuesto a intentar mejorar mi situación. Cuando me llegó el turno, y tras entregar el papel de reclamación, soprendentemente la pregunta de: ¿quedan plazas en un vuelo que salga antes? tuvo respuesta afirmativa, y encima sin coste extra. Es cierto que quedaban muy pocas plazas, pero me sorprendió que nadie antes que yo formulase esa pregunta.
También me sorprendió la arbitrariedad por la que la asignación de las plazas se hizo (primero que pregunta, primero se la lleva...), no fue necesario inventarse ninguna historia por la cual yo fuese más merecedor de la plaza que otros.
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